Poder escribir las páginas de nuestra vida

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martes, 14 de junio de 2011

Bésame sin miedo y con el corazón

De camino al centro en tu Ipod suena Besos de ECDL y de repente te preguntas: -¿a qué saben los besos?-.
Los besos saben de manera diferente dependiendo de la boca de la que vengan, en sentido metafórico. Hay besos que “saben” mejor que otros. Hay besos que no se olvidan y besos que son mejor olvidar.
No has besado a muchos chicos, de hecho creo que los puedes contar con los dedos de las manos. No es una cosa que te preocupe… como dicen: la española cuando besa, besa de verdad. Lo mismo da a cuantos beses si lo haces porque te apetece o quieres.
Aún recuerdas tu primer beso con 14 años. Eras la única de tu grupo que no había besado un chico, pero no era algo que te importase, sabías que tu primer beso sería con una persona especial…(bueno, como todos) Desde entonces cada beso empezó a tener distintos matices: amargo, salvador, pícaro, necesario, amical, furtivo, de verdad, liberal, deseado…
Besos que han durado segundos, besos que han durado una eternidad, besos que no debían serlo, besos que llevan a algo más, besos que alejan, besos que acercan, besos que dicen todo, besos infieles, besos que enganchan, besos que hacen sentir mariposas en el estómago, besos salados, besos dulces, besos de buenos días, besos de buenas noches, besos bajo la lluvia, besos de risa, besos de verdad, besos interrumpidos…  sea como sean eran besos que tenían que ser besos y punto.
Parecerá increíble pero recuerdas cada beso como un amuleto grabado a fuego. Que parecerá cursi pero en cada beso entregas una parte de ti, que cada beso es un recuerdo y que cada beso dado es una experiencia, un momento o un deseo. Lo bonito es escuchar… “me encantan tus besos”
Que quieres que esos besos que ahora te dan duren mucho tiempo, que quieres que esas mariposas no se escapen, que quieres que se queden encerradas en el estómago por mucho tiempo. Que deseas que esos besos no se acaben nunca, porque con cada uno jurarías rozar el cielo…
Besad amigos, besad. A quien queráis, donde queráis, pero hacedlo. Atreveros a besar. En la mejilla, en la frente, en la punta de la nariz, en la boca. Picos, muerdos, morreos… ¡QUÉ MÁS DA!
Lo bonito es sentir que la otra persona siente que los besos son de verdad. Lo bonito es descubrir que el sentimiento es recíproco.

jueves, 9 de junio de 2011

Los pilares de tu tierra

Thème : ton enfance
Este es tu monólogo de francés, y de repente te pones a recordar momentos en francés :
Bon, je suis née à Valladolid, j’ai vécu ici toute ma vie. Quand j’ai 4 ans ma sœur est nèe et en ce moment j’étais très jalouse d’elle. Á cause du travail de mon père, nous sommes allées à plusieurs villes comme Santander or Lérida, et aussi nous sommes allées en Portugal. J’aime bien le Portugal, ses gens…
Y así hasta terminar diciendo que amas ese país y amas ir al norte de España…
Ha sido un momento duro, y no sabías por dónde salir, pero bueno, al fin y al cabo no ha salido tan mal. Siempre ante las pruebas difíciles es normal estar un poco nervioso. Pero ante eso estás aprendiendo a controlar los nervios.
Cuando te han propuesto el tema de la infancia no has sabido muy bien por dónde empezar: sí naciste en Valladolid y no te has movido de aquí, pero… has vivido tantas cosas. Todo gracias a tus padres.
Los veranos en Santander fueron increíbles, el sabor de los helados de Regma, el olor constante a Mar, el pode abrir la ventana y que la brisa del puerto entrase hasta el último poro de tu piel, esas tardes en la playa de Isla, esas cenas en el restaurante “Las brujas” de Ajo. Todo, todo, todo. Es que jamás te cansarás de hablar del norte, es que jamás evitarás no emocionarte al recordar lo feliz que fuiste. Al recordarte vestida con tu vestido de flores, con una chaqueta y jugando con tu hermana a lo largo del paseo marítimo. Que esos recuerdos son muy tuyos y nadie, ni tan siquiera el tiempo te los va a arrebatar.
Pasando página y recordando llegas hasta Portugal. Ese gran desconocido, ese vecino que está tan lejos. Estamos muy confundidos.
-Mama, ¿te acuerdas del primer viaje a Portugal y esa recta infinita en que no había ninguna gasolinera?
-¡Qué miedo! Si nos llegamos a quedar tirados…
¡Qué grandes momentos!, ¡Qué viajes interminables hasta Entroncamento!... la casa, el olor a soledad, esas 4 habitaciones, esa piscina, ese panal de abejas que hacían que vuestros baños fuesen infernales, esos días en los que despertarse a las 12 y salir a comer fuera eran lo más normal. Frango, Barrigas… comida espectacular, patatas asadas, esas charlas sobre el Oporto y el Benfica, pasteles… monumentos desconocidos y apasionantes, ciudades preciosas nunca vistas en España, Sintra y su palacio Da Pena, Lisboa, Oporto, Coimbra… ¡qué genial era todo!
Que jamás has sido tan feliz, que jamás podrás agradecerles a tus padres lo mucho que te han enseñado. Siempre les recordarás lo geniales que son, en las buenas y en las malas. Tienes claro que todo el esfuerzo tiene su merecida recompensa y que todo llega. Que ojalá momentos como esos se repitan tengas 8 años o tengas 40, pero que ellos estén ahí para compartirlos contigo. Para escuchar como tu padre te explica en otro idioma la historia de una  noria, o para escuchar como tu madre alucina con lo precioso que es el nacimiento de un río como el Ebro. Lo que sea, pero verles felices.
Que sabes que a veces no te comportas como deberías, que al igual que ellos también estás quemada, y te preocupas más que nadie por la situación, pero no quieres presionar, sino luchar, y en el fondo ellos, lo están viendo.
Gracias una vez más por todo.

lunes, 6 de junio de 2011

Jugando a perder

No puedes evitarlo pero eres egoísta, para todo, o al menos para casi todo.
Todo lo que tiene que ver contigo misma está cargado de ese mal sentimiento. Creo que es algo que te viene desde pequeña.
Sabes que tu comportamiento no es el más adecuado, que él no se lo merece, sino todo lo contrario, porque hacía tiempo que nadie te demostraba tanto con tan poco. Porque en cuestión de meses se ha convertido en el centro de tu atención y de tus horas libres. Te has acostumbrado a él.
No sueles dejar las cosas a medio hacer. Cuando empiezas algo siempre es para acabarlo con todas las consecuencias que puede acarrear. Sean buenas o malas, pero siempre llegar “jusq’á la fin”.
-¿Qué coños hago? -Piensas. Sabes que no puedes continuar jugando o dejando que pase el tiempo porque tarde o temprano terminarás cayendo. Cayendo o perdiéndole. ¿Y si se cansa? –vuelves a pensar. Él te ha dicho que te entiende, que sabe que tienes que aclararte, pero sin embargo tienes miedo de hacerle daño.
Es que pese a todo lo que tú puedas sentir por él, tienes dudas personales pendientes por resolver. No quieres hacer daño a nadie, pero es que si no lo sabes no podrás vivir con la incertidumbre de qué hubiese pasado si… en cambio sabes que si empiezas algo puede que sea para mucho tiempo, quién sabe si para toda la vida, y tú no estás preparada para ello.
No, y no porque él no sea la persona indicada, sino porque TÚ tienes la culpa. Él te deja todo en bandeja de plata, él te hace sentir como una princesa, él te dice que te quiere, pero tú… tú le quieres demasiado, pero… ¿cómo él se lo merece?
Sabes que cuando empieces algo será para dar no el 100% sino el 200%, porque sí, porque no hay motivo, porque lo sientes así. Necesitas demostrarle que no todo el amor es sufrimiento.
Ambos tenéis que dejar atrás historias del pasado para empezar a forjar un presente o un posible futuro. Ambos habéis pasado por situaciones tremendamente difíciles y parecidas. Jamás habías encontrado a alguien tan increíble, y con el que compartieses tantas cosas, tantas maneras de pensar, aunque no los mismos gustos (gracias a dios, si no qué aburrido sería, ¿no?) Jamás pensaste que tuviese tanto fondo. Jamás te propusiste hacer a alguien tan feliz, jamás te paraste a pensar que podrías hacer que alguien se olvidase de los problemas, jamás pensaste que tantas horas pudiesen convertirse en minutos…
El puto problema es el de siempre: la distancia.
Ya pasaste por eso una vez, y la verdad, no fue una buena experiencia. No tiene por qué ser igual pero sabes los riesgos que conlleva. Distancia = no tener a la persona que quieres siempre cerca, no descolgar el teléfono y decir en 10 minutos te veo en la esquina… Son demasiados riesgos los que ahora te hacen sentir débil.
Solo sabes que no sabes nada.