No puedes evitarlo pero eres egoísta, para todo, o al menos para casi todo.
Todo lo que tiene que ver contigo misma está cargado de ese mal sentimiento. Creo que es algo que te viene desde pequeña.
Sabes que tu comportamiento no es el más adecuado, que él no se lo merece, sino todo lo contrario, porque hacía tiempo que nadie te demostraba tanto con tan poco. Porque en cuestión de meses se ha convertido en el centro de tu atención y de tus horas libres. Te has acostumbrado a él.
No sueles dejar las cosas a medio hacer. Cuando empiezas algo siempre es para acabarlo con todas las consecuencias que puede acarrear. Sean buenas o malas, pero siempre llegar “jusq’á la fin”.
-¿Qué coños hago? -Piensas. Sabes que no puedes continuar jugando o dejando que pase el tiempo porque tarde o temprano terminarás cayendo. Cayendo o perdiéndole. ¿Y si se cansa? –vuelves a pensar. Él te ha dicho que te entiende, que sabe que tienes que aclararte, pero sin embargo tienes miedo de hacerle daño.
Es que pese a todo lo que tú puedas sentir por él, tienes dudas personales pendientes por resolver. No quieres hacer daño a nadie, pero es que si no lo sabes no podrás vivir con la incertidumbre de qué hubiese pasado si… en cambio sabes que si empiezas algo puede que sea para mucho tiempo, quién sabe si para toda la vida, y tú no estás preparada para ello.
No, y no porque él no sea la persona indicada, sino porque TÚ tienes la culpa. Él te deja todo en bandeja de plata, él te hace sentir como una princesa, él te dice que te quiere, pero tú… tú le quieres demasiado, pero… ¿cómo él se lo merece?
Sabes que cuando empieces algo será para dar no el 100% sino el 200%, porque sí, porque no hay motivo, porque lo sientes así. Necesitas demostrarle que no todo el amor es sufrimiento.
Ambos tenéis que dejar atrás historias del pasado para empezar a forjar un presente o un posible futuro. Ambos habéis pasado por situaciones tremendamente difíciles y parecidas. Jamás habías encontrado a alguien tan increíble, y con el que compartieses tantas cosas, tantas maneras de pensar, aunque no los mismos gustos (gracias a dios, si no qué aburrido sería, ¿no?) Jamás pensaste que tuviese tanto fondo. Jamás te propusiste hacer a alguien tan feliz, jamás te paraste a pensar que podrías hacer que alguien se olvidase de los problemas, jamás pensaste que tantas horas pudiesen convertirse en minutos…
El puto problema es el de siempre: la distancia.
Ya pasaste por eso una vez, y la verdad, no fue una buena experiencia. No tiene por qué ser igual pero sabes los riesgos que conlleva. Distancia = no tener a la persona que quieres siempre cerca, no descolgar el teléfono y decir en 10 minutos te veo en la esquina… Son demasiados riesgos los que ahora te hacen sentir débil.
Solo sabes que no sabes nada.
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