Poder escribir las páginas de nuestra vida

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miércoles, 13 de abril de 2011

Arrepentimiento

Miras el reloj (19:45), andas pillada de tiempo.  Has quedado a las 8. Para la ocasión has decidido ponerte tus shorts favoritos y tu camisa blanca. Estás guapísima. Siempre fiel a tu estilo, te calzas las Converse. Sales de casa corriendo, olvidando que el Tuenti sigue abierto.
Te pones los cascos, enciendes el Ipod y vas casi corriendo. Has quedado donde solíais quedar siempre, en vuestro banco. De repente suena Looking for Paradise, de Alejandro Sanz y Alicia Keys… y de repente, por un instante, te olvidas de todo y vuelves tus pensamientos hacia el pasado:
2009. Cantabria. Él. Tú. Playa. Mar. Paseos. Risas. Amor, mucho amor. Noches inagotables, días infinitos. Más amor.
Bufff… un pitido te hace despertar del recuerdo y volver a la realidad. Piensas qué bonito fue y por qué se acabó. Ahora todo es distinto. Estás en un momento muy dulce, te sientes mejor que nunca, más guapa, más delgada, admirada, piropeada. Todo está a tu favor. Te sientes orgullosa de ti misma, de tus éxitos en la carrera, de tus felicitaciones. Tus padres están encantados contigo.
Cambio de canción: Danza Kuduro. Esbozas una sonrisa, una enorme sonrisa que hace sonreír a la madre con su hijo que viene delante de ti. De repente, te acuerdas de tu verano, de tu maravilloso verano, de tu soñado verano. No has parado, y desde entonces eres aún más feliz.
-No todo es como la gente piensa, nadie me conoce realmente- piensas, y vuelves al mundo real.
No es fácil demostrar al resto que lo tienes todo, porque realmente no es así, tienes una familia y unos amigos que te adoran, pero te falta el amor. Ese amor que muchos estarían dispuestos a darte, no sólo una noche, sino mil y una. Tú eres el problema, no quieres atarte porque has pasado mucho tiempo así, pero realmente tienes miedo a volverte a enamorar y dejar todo por alguien.
(20:00) Ahí está como siempre, tan guapo. –Mmmmmm su colonia- piensas, y de repente se te eriza el vello. Te trae miles de recuerdos. Su habitación, su ropa, tus tardes en su casa, ayudándole a elegir qué ropa se ponía para salir. -Era todo tan perfecto…- ¡UPS!, has pensado en alto pequeña.
-          ¿Qué has dicho? –dice él-
-          Nada, nada, que aún no me había quitado los cascos y estaba sonando mi canción favorita –respondes-
Vais a tomar un café y os contáis la vida, exámenes, amigos, hasta amores. No te duele, y es raro, quizá sean solo recuerdos de un tiempo pasado. Os despedís y al hacerlo, os dais dos besos en la comisura, tentando a la suerte, tentando a que el pasado vuelva. Esta vez no cuela, cada uno para su casa.
Cuando llegas a casa ves que has dejado el Tuenti abierto, y tienes varias conversaciones y entre ellas, la del chico con el que más hablas últimamente: moreno, alto, ojos marrones, como a ti te gustan. Le conoces desde hace meses pero nunca te habías fijado en él, simplemente era un amigo con el cual salir de fiesta, echarte unas risas y tontear…
No te lo creías hasta que no lo viste. Pudo pero no fue, porque no os atrevisteis. Desde entonces has pensado muchas noches en cómo sería un beso suyo, una noche con él. Sueño tras sueño el pecho te aprieta, sabes que no estás enamorada, pero cada palabra suya te inspira una nueva ilusión. Cada sábado vives con la esperanza de qué pasará, cada vez que pasas por su casa, deseas encontrártelo, charlar, hablar, besarle, amarle.
De momento toca reprimir los sentimientos.

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